México urge de radares meteorológicos para prevenir huracanes categoría 5
- Christian Lara
- 11 abr
- 2 Min. de lectura
Especialistas advierten que, sin infraestructura adecuada, el país sigue en desventaja para anticipar huracanes como Otis y John, que impactaron con fuerza inesperada.

El oceanólogo Efrén García Villalvazo advirtió la urgencia de instalar radares meteorológicos en el Pacífico mexicano, particularmente desde Jalisco hasta Guatemala, para anticipar huracanes de gran intensidad como Otis y John. A diferencia de Estados Unidos, donde el Centro Nacional de Huracanes cuenta con satélites y aviones cazahuracanes, México carece de herramientas tecnológicas que permitan un monitoreo preciso y oportuno de estos fenómenos.
Villalvazo destacó que el Golfo de Tehuantepec es una zona crítica donde nacen muchas tormentas tropicales. La falta de radares limita la capacidad de seguimiento en tiempo real, lo que impide emitir alertas tempranas y planificar evacuaciones efectivas. Esto fue evidente en el caso de Otis, que se intensificó rápidamente sin que las autoridades pudieran reaccionar a tiempo.
Los radares meteorológicos ofrecen ventajas clave: permiten detectar fenómenos desde etapas tempranas, brindan información detallada sobre su trayectoria, velocidad e intensidad, y facilitan decisiones gubernamentales más eficaces. Son herramientas fundamentales para evitar tragedias y reducir daños materiales, especialmente en zonas turísticas o urbanas de alta vulnerabilidad.
¿Y si ya estuviéramos mejor preparados?
La falta de tecnología no solo revela una brecha en la infraestructura meteorológica, sino también en la protección económica de las comunidades afectadas. Si bien instalar radares es urgente, la prevención debe ir más allá del monitoreo climático.
Aquí es donde entra Wilma: una herramienta de protección financiera que ofrece indemnización inmediata tras un huracán, sin trámites complicados ni demoras. Mientras se instalan radares, Wilma ya actúa para que las personas, familias y negocios no enfrenten solas las consecuencias económicas de estos desastres.
Porque aunque no podamos detener a Otis o a John, sí podemos prepararnos para lo que viene.




